ciudadanos de la luz

Mucho más que cataratas

22 septiembre 2022

Querido/a lector/a. Igual que seguramente asocia la localidad canadiense de Niagara Falls con las cascadas a las que da nombre y no imagina que oculta un lugar sórdido y alucinado, puede que crea haberlo leído todo en novela negra hasta que se cruce con Ciudadanos de la luz, el debut en la novela de Sam Shelstad, una bomba incendiaria contra toda expectativa. Para empezar porque su protagonista es una operadora de telemárketing, antaño secuestrada por una secta, la cual acaba de enviudar y su compinche en tareas de investigación es una arisca compañera de trabajo que huye de un marido maltratador. En segundo lugar porque en sus páginas lo que pertenece al mundo físico se diría salido de una mente lúgubremente fantasiosa -casinos decadentes, casas embrujadas en un parque de atracciones, búnkeres…- y lo que surge del mundo virtual -caso de un juego en línea con un reno en su centro- adquiere visos de realidad amenazadora.

Una primera novela llena de personalidad, paranoica y descacharrantemente extravagante que arranca el día en que una mujer corriente decide husmear en la muerte en extrañas circunstancias de su marido -un aparente suicidio junto a una ciénaga-, espoleada por la presencia en su funeral de un desconocido que miente sobre su identidad y aparece más tarde vinculado a la noticia de la detención de un delincuente ruso dedicado a manipular las máquinas tragaperras de un casino.

Shelstad-- bregado en las páginas de la revista McSweeney´s y al que han querido buscar concomitancias con autores tan variados como Flannery O´Connor, James M. Cain, Ottessa Moshfegh, Patrick DeWitt o George Saunders- se mueve como pez en el agua cambiando de registro entre las escenas más cotidianas (aunque siempre bajo una mirada irónica) -el trabajo en el call center, la relación de la protagonista con su madre necesitada, los diálogos rutinarios con su amiga…- y los escenarios estrambóticos, al tiempo que nos invita a reflexionar sobre los laberintos de una mente perturbada. Dotada de un gran ritmo y de unas localizaciones que habrían entusiasmado a los surrealistas, y abierta a un público muy amplio -desde millenialls que valoran lo cool a fans acérrimos del género negro clásico-, Ciudadanos de la luz es una experiencia literaria para la que nadie le ha preparado.

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